Lo que reveló el conflicto del Colegio Santa María sobre la educación mendocina

Por Néstor Navarro
Mgter. en Ciencias Políticas y Sociología
Prof. de Sociología de la Educación de la
Facultad de Filosofía y Letras – UNCuyo

El reclamo de padres y estudiantes del Colegio Santa María, después de que varios alumnos quedaran libres por destrozos dentro de la institución, no es un simple episodio escolar. Es un síntoma de dos procesos profundos que atraviesan la secundaria mendocina: la fragmentación y la desinstitucionalización.
La fragmentación significa que hoy existen escuelas para cada clase social, que casi no se tocan entre sí. En colegios de élite, las familias suelen ver la educación como un bien de consumo y esperan intervenir activamente en todas las decisiones. Cuando aparece una sanción, la reacción no es asumir responsabilidades, sino cuestionar la autoridad escolar.
La desinstitucionalización implica que la escuela pierde autoridad frente a padres que se sienten con derecho a disputar cada decisión. Esto se expresa distinto según la clase social: en escuelas populares, los conflictos se leen como falta de disciplina; en sectores altos, como “injusticias” hacia sus hijos.
Lo más preocupante es la doble vara: si estos hechos hubieran ocurrido en una escuela pública, el juicio social sería totalmente distinto. El caso Santa María nos obliga a discutir qué tipo de escuela queremos: una institución con normas comunes o un servicio donde cada grupo impone sus intereses.